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  • Consumo habitual y excesivo de sustancias.
  • Falta de control sobre el uso.
  • Cambios emocionales, como agresividad o manipulación al hablar del tema.
  • Evita los juicios o recriminaciones que puedan generar aislamiento.
  • Crea un ambiente de cariño y confianza para que el diálogo sea posible.
  • No insistas en discusiones sobre su consumo, ya que estas suelen ser contraproducentes.

3. Fomentar la reflexión y la ayuda

  • Mostrarle las consecuencias reales de su consumo, sin dramatizar.
  • Elegir el momento adecuado para hablar, cuando ambos estén tranquilos.
  • Enfatizar que existen soluciones y que no tiene que enfrentarlo solo.
  • Los especialistas ofrecen estrategias para abordar la situación de manera efectiva.
  • Brindan herramientas tanto para la persona afectada como para la familia.
  • Ayudan a establecer objetivos claros que mejoren la calidad de vida de todos los involucrados.

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